El templo de San Lorenzo fue en su principio de estilo mudéjar sevillano de fines del siglo XIII o principios del XIV con cinco naves separadas por pilares, que tuvo como base una antigua mezquita de barrio, comprobándose en el arranque de la torre la diferencia de fábrica que se levanta sobre el antiguo alminar. El trascurrir del tiempo ha ido plasmando cada uno de los estilos que la ciudad a aceptado como propios, que unidos a las continuas reformas a lo largo de los siglos han conformado los que es el conjunto monumental de la Iglesia de San Lorenzo.
Dentro del templo se encuentra una de las representaciones de la Virgen más antigua de la ciudad, la conocida como Virgen de Rocamador de fines del siglo XIV. Algunos autores mantienen la teoría de que la actual la capilla en un principio formó parte del Hospital del San Onofre, que ocuparía la plaza que sirve de acceso al templo. De hecho se sospecha que tenía un doble acceso desde la iglesia y desde el hospital. Se hace igualmente referencia a que antaño la capilla estuvo delimitada por rejas y tuvo una bóveda de enterramiento para los hermanos de la Cofradía del Rosario de Nuestra Señora de Rocamador
En los muros de la Capilla, del mismo nombre , podemos contemplar los paños cerámico de azulejos sevillanos fechados (1609), objeto de nuestra intervención.
Los azulejos que componen esta Capilla son frecuentemente olvidados en las distintas guía y estudios sobre la cerámica artísticas de nuestra ciudad, siendo excepcionales los casos que recojan algunas referencias a los mismos:
“Interesantes zócalos de azulejería -atribuidos al taller de Valladares-, hoy bastante alterados por la incorporación de piezas modernas y el mal casado de las piezas, productos de reformas posteriores.2”
Tenemos que apuntar igualmente, que los más clásicos eruditos sobre el tema de cerámica sevillana Antonio Sancho Corbacho1 y José Gestoso Pérez3 no hacen ninguna mención a estos paños, sí en cambio sobre los azulejos de la Capilla de Ánimas.
Lo cierto es, que la primera impresión, que el espectador encuentra, es la de desorden y caos en la interpretación de los paños de azulejos. Tal vez, este motivo sea la causa de haber pasado el tiempo sin la atención debida por parte de los estudiosos de la materia.
Es evidente que, desde principios del siglo XX, la mayor parte de los zócalos ya estaban en este estado. Tuvo que ser una causa importante la que produjera esta situación. Al desmontar la zona central del paño, la más afectada, nos encontramos con una enorme grieta que recorre el muro en dirección vertical. Lo que a todas luces parece la fractura del muro, con un deslizamiento que hace sospechar que sólo puede provocarlo un sismo , existiendo un hundimiento de 4 cm. entre la parte izquierda y la derecha de la obra. Se observa una reparación muy antigua de los daños, que nos lleva a la conclusión que el colapso se produjo muchos años atrás y este el motivo de su colocación desordenada.
Repasando la historia con el SR. Cañizares gran conocedor de la Parroquia y de la Hermandad, nos comenta- “Que fue la Hermandad de Rocamador quien celebró misas con motivo del terremoto de Lisboa de 1755”.- Terremoto que causó nueve víctimas mortales , afectando al 89% de las viviendas que resultaron dañadas y a numerosos edificios religiosos de nuestra ciudad como la Parroquia de la O, Iglesia de San Martín, la Giralda, Monasterio de San Clemente, Iglesia de Santa Ana, etc..
En 1756 es nombrado el arquitecto Pedro de Silva maestro mayor de las obras del arzobispado de Sevilla con el encargo especial de reparar las torres e iglesias de toda esta zona, que se vieron arruinadas tras el conocido seísmo. A este programa pudo acogerse la Parroquia de San Lorenzo, ya que en 1757 fue reparado y colocado el cuerpo de campanas.
Tal vez el tiempo en que estuvo sin rematar la torre ,dos años, la Capilla de Rocamador, pudo verse afectada por la humedad proveniente de la techumbre. El deterioro, Se evidencia sobre todo en la parte central donde se acentuá la rotura, creándose abombamientos y desprendimientos en el muro que provocan es descuelgue de los azulejos por falta de cohesión al mortero.
La realidad es que una vez limpio, no se apreciaban daños destacables en las piezas de cerámica debido a la humedad. Los daños más importantes eran por causas de roturas y desgastes. También la suciedad acumulada por el tiempo y la función propia del espacio con destino litúrgico, como cera, humos, etc., afectaban a la obra.
La primera tarea importante a pie de obra, tras fijar el marco arquitectónico y remozar el muro, con ladrillos similares antiguos y mortero de cal y arena de proporciones parecidas al original, es acometer la ordenación de las piezas para su correcta interpretación. Trabajo que se realiza en el taller, no exento de dificultades, teniéndose que recurrir a medios informáticos a través de programa de diseño, como ayuda a la ordenación. Este estudio nos lleva a un sorprendente descubrimiento, el apreciar la existencia de la intervención de dos manos en la ejecución de los zócalos. El mismo dibujo de estarcido, pero dos artistas distintos, por lo tanto se puede suponer del mismo taller de los Valladares. Si aceptamos, como es evidente, que se trata de una gran obra de Hernando de Valladares, el otro autor puede ser su padre Juan de Valladares :
“VALLADARES (Juan), 1553-1615
Fiador en 1595, de la casa que tomó en arrendamiento Hernando de Valladares, su hijo propia del Cab. Ecco. Lib.IV de her. Y pos. De la Santa Iglesia. Su A. En este documento se le llama <
Si bien es cierto, se habla de toda una dinastía de ceramistas con los Valladares. Hijos de Hernando son también pintores de azulejos Hernando y Benito, pero ningún autor marca la diferencia.
Las piezas que se pueden atribuir a Juan, sen ven más antiguas y gastadas, cambian los tonos de los colores, el amarillo esta más próximo a la tabica fechada en 1599 de las Capilla de las Animas.
Todo esto nos hace afirmar, que en el Templo de San Lorenzo estuvo presente la mano de los Valladares en más zonas del mismo. En la actualidad que dan vestigio de ello en unas olambrillas, en el suelo de la Capilla de San José , en algunas piezas recuperadas del zócalo y en la mesa de altar.
También es importante señalar que gracias a esta actuación han sido recuperadas algunas piezas de azulejos de aristas ( finales siglo XV principio del XVI) iguales a los del sepulcro de D. León Enriquez en la Iglesia del Convento de Santa Paula.
Como caso curioso que significar, el detalle pintado en los azulejos de dos figuras con compás cartográfico sosteniendo un globo terráqueo. Esta representación se acerca mucho al "Mapamundi" de Johannes Ruysh 1508 y de Lopo Homem (1519) basados en el de C. Ptolomeo: "Mapamundi", en Geografía (1482.
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