Hoy 2 de
noviembre, continúo con la lectura y pongo un adelanto de la II Parte, aunque esta historia es larga :
"En la tarde
del 17 de julio de 1936, mientras todo
parecía en calma, en aquella calurosa tarde
de viernes. Don Manuel echaba una cabezada sobre su mesa, con las
persianas echadas de toda la dependencia y yo cosía sin hacer ruidos legajos y
expedientes en el más absoluto de los silencios. De pronto, sale de su despacho el Juez alarmado y
gritando- ¡¡Manolo, Manolo!! ¿ Dónde está el Secretario?
– Ha salido a tomar café Señoría -contesta
sobresaltado.
-¿Qué pasa Señor Juez? Le pregunta Don Manuel.
-Que unos militares se han sublevados en Melilla- Responde con intranquilidad.
El oficial
trata de tranquilizar al juez y le dice:
-No creo que sea nada importante, será como otras
veces- Asevera.
- Esta vez sí es importante, me han llamado de
Madrid y del Gobierno Civil- Puntualiza el Juez.
-Mando al Niño a llamarlo ahora mismo y con un gesto
cómplice me llama para que me acerque, me dice en voz baja:
- Sí pasa algo, tienes que poner a
salvo lo que tú sabes –
Se levantó y me llevó hasta la habitación donde estaban los expedientes, los extrajo de
las estanterías para meterlos en la cartera del correo y procedió a
guardarlos en un hueco del falso techo.
-No le digas a nadie que tienes estos papeles- Me
advirtió.
-Y ahora llamas al Secretario y te vas a casa-
Concluyó
Corrí hasta llegar al Puente de Triana, casi sin
darme cuenta estaba en mi casa y no me había encontrado a nadie por las calles, en aquella extraña tarde
de verano.
A la mañana siguiente, sobre las 9 de la mañana, me
presenté en el trabajo y al entrar por la puerta me paró uno de los Guardia de Seguridad.
-Niño, Manolito anda buscándote- Me dice
el guardia.
Al lado estaba el cabo conocido en el barrio como El
Cigüeña, por ser muy alto, que me miró sorprendido al ver mi cara. A los
Guardias de Asalto le exigían más 1,70 de altura, para aquella época era mucho y
este sobrepasaba el 1,80. A mi jefe no le gustaba nada El Cigüeña y creo que
era recíproco, pues los dos apenas se hablaban.
Subí las escaleras a toda prisa y el cabo salió detrás de mí hasta llegar al
primer piso, donde esperaba el Sr. Rodríguez cortándole el paso y le dijo:
-¿A dónde va
usted-
- El niño que no tiene vergüenza, ha entrado y no ha
dado los buenos días- Respondió resoplando por el agotamiento de la persecución.
-¿Y usted los ha dado? Sentenció Don Manuel poniéndose de puntilla mientras lo
miraba fijamente. El otro se puso derecha la gorra de plato y se ciñó el
correaje con gesto de desafío, dándose media vuelta.
-Hoy no te muevas de aquí hasta que yo te lo diga-
Me manifestó.
Sobre las 1
de la tarde, irrumpen en el Juzgado un grupo de hombres armados al que
acompaña el cabo Cigüeña y sus agentes. El grupo va encabezado por un paisano
que se identifica como autoridad, seguido de gentes uniformadas de militares y
civiles.
Exigen ver al Juez y al Secretario, Don Manuel les
pregunta por el motivo de su visita. Sé que está ganando tiempo, en ese momento
me mira y es la señal. Mientras él los distrae y se los llevas al despacho del
Juez, aprovecho para llevarme el maletín del correo.
-¡El Niño, El Niño!- Escucho los grito del cabo por
las escaleras, ya era tarde para cogerme. Salí corriendo ………………………..continuará"
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